La oración mariana más antigua conocida es "Sub tuum praesidium" (Bajo tu protección: SUB tuum praesidium confugimus, Sancta Dei Genetrix. Nostras deprecationes ne despicias in necessitatibus, sed a periculis cunctis libera nos semper, Virgo gloriosa et benedicta. Amen.
“Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios; no deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades; antes bien, líbranos siempre de todo peligro, Oh Virgen gloriosa y bendita”.
Un papiro egipcio del siglo III (publicado por Roberts en Manchester en 1938) contiene la tan conocida oración Sub tuum praesidium (Bajo tu protección), que más tarde entraría a formar parte de las liturgias romana, ambrosiana, bizantina y copta. Esta oración es una invocación confiada en la protección de la Madre de Dios para que nos libre de todos los peligros y está considerada como la oración mariana más antigua. La razón de dicha confianza está clara: los primeros cristianos vieron en María a «la llena de gracia», la «bendita entre todas las mujeres».
Existen diversas oraciones marianas para venerar o pedir la intercesión de María , entre ellas se encuentran el Ave María, el Angelus, el Regina Coeli (que se reza en el tiempo litúrgico de Pascua en lugar del Angelus), la Salve y también el Bendita Sea tu pureza:
Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea,
pues todo un Dios se recrea en tan preciosa belleza.
A Ti Celestial Princesa, Virgen Sagrada María,
Yo te ofrezco en este día, alma, vida y corazón.
Míranos con compasión, no nos dejes Madre Mía. Amén.
También es conocida la oración que comienza con las palabras el Oh señora mía:
"Oh señora mía, oh madre mía, yo me ofrezco enteramente a ti y en prueba de mi filial afecto te consagro en este día mis ojos, mis oídos, mi lengua y mi corazón: en una palabra, todo mi ser; ya que soy todo tuyo, madre de bondad, guarda y defiéndeme como cosa y posesión tuya. Amén."
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